sábado, 20 de junio de 2009

DIÓGENES Y EL CONSUMISMO


-Hace ya unos cuantos meses, fallecía en Inglaterra una persona al quedar sepultada bajo numerosas maletas. La víctima era una entrañable abuela de 77 años (entrañable porque todas las abuelas son entrañables). El cómo y el por qué... de nuevo una noticia chorras.

La abuelilla se pasaba varias horas al día de compras, y llegó a acumular tantos objetos en casa, que apenas le quedaba espacio habitable en su vivienda. Hasta presumía de poseer una colección de más de 300 bufandas, todas de distintos colores. Al final, rebuscando entre sus numerosas pertenencias, quedó sepultada y falleció.

Hemos llegado a un punto tal de absurdidad, que acumulamos y acumulamos objetos sin sentido, sólo por tener más, por poder presumir de la última novedad. Ya no tenemos un champú en casa, tenemos varios: el que usa tu hermana para su pelo, el que usa tu padre para la caspa, el de tu madre para cabellos grasos... Igual que la leche, tenemos una con más calcio, otra con menos, multitud de cremas, yogures de todos los sabores y con "propiedades medicinales", igual que no tenemos un teléfono, cada cual tiene el suyo propio.

Recuerdo una época en la que en mi casa sólo había galletas maría, ni integrales ni mierdas parecidas, donde todos nos lavábamos el pelo con el mismo champú, cuando sólo era mi madre la que se aplicaba cremas, cuando todo, en definitiva, era más sencillo. Está claro que lo que nos gusta, es consumir por consumir, nos han vendido esa gran mentira: La felicidad está en tener más.
Sólo puedo decir: ¡VIVA EL EURO!

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