domingo, 14 de junio de 2009

COMBINACIONES TÓXICAS


-Queridos lectores (sé que no me lee nadie, pero me la suda), hoy les voy a hablar de combinaciones tóxicas, de esas mezclas explosivas que te dejan hecho polvo y no, no voy a hablaros de leyendas urbanas como la del bayley's y la coca-cola, no; hoy voy a hablaros de la tercera edad y los centros de salud.

Los hay que tienen la desgracia de acudir al médico muy a menudo y los hay que, por suerte, sólo acudimos de vez en cuando. Pongámosle imaginación, pensad que tenéis que acudir al médico: Tú te levantas pronto para acudir a tu cita con el médico, llegas unos minutos antes, pongamos diez. Ya empiezas mal; iluso, esto es la Seguridad Social, jamás te atenderán a la hora que figura en tu cartilla de citas. Pero bueno, la vida sigue, y después de esperar de pie unos minutos, al final desistes y optas por sentarte en uno de los asientos de la sala de espera.

Muy bien, hasta aquí todo correcto. Tú, perfectamente sentado, armado de paciencia, pensando en tus cosas (vas a tener tiempo hasta de ponerle nombre a tus futuros hijos), sin molestar a nadie y jugueteando con el móvil. Esta es la escena, casi bucólica, en donde nada te molesta, nada te perturba, estás tranquilo; pero el enemigo acecha. En un abrir y cerrar de ojos, un abuelo, un jubilado, aparece de la nada y toma asiento. Nada lo distinguiría de los demás abuelos sino fuera porque este es un abuelo astuto, un jubileta espabilado y peligroso en busca de una presa; y sí, amigo, la presa eres tú.

Cuando ya le has puesto nombre a cuatro de tus futuros cinco hijos, sale el médico a pasar lista en la sala de espera ¡Alegría! Después de lo que te ha parecido una eternidad, sólo se interpone un paciente entre tú y el médico. En estos momentos de euforia, el sigiloso abuelo, que entró en escena antes, cambia de asiento; ahora está en el primero que hay al lado de la puerta del médico.

Sí, amigos, es lo que pensais. El astuto viejo ya te la ha colado. Cuando sale el paciente de la consulta, en un rápido movimiento, el abuelo, el jubilado, ese hombre sin preocupaciones y con tanto tiempo como para jugar al cinquillo con sus amigos, ya está dentro.

Ahí te encuentras tú, sentado, con cara de bobo, sin capacidad de reacción y sin los reflejos felinos de ese abuelo, que cómo no, se te ha colado. Y se te ha colado porque es así, porque él ya tiene una edad y no está para esperar a nadie, porque le corre prisa acabar cuanto antes para ir a ver la obra que hay al lado de su casa ¿Pedir permiso? ¿Pero qué es eso? Pa chulo ya está él.

Así que nada, sigues sentado y empiezas a pensar en que quizás deberías de tener seis o siete hijos, porque ya le has puesto nombre a cuatro y sólo te queda uno, y esto va para largo.

Amigos, cuando vayan al centro de salud, vigilen bien quién se sienta a vuestro lado, sobre todo si es un abuelo.

2 comentarios:

  1. Claro que sí, hombre. Los/as abuelos/as se cuelan allá donde van. Tienen las cajas de los supermercados, las panaderías, las fruterías... para entrenar, y, cuando llegan al médico, despliegan todo su conocimiento aprendido en tan cotidianos ensayos.

    Y ya tienes un lector. Un abrazo, Hugo!!!!

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  2. Muchas gracias Carlos :D

    Lo de las abuelas en los supermercados... ¡cabronas!

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